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domingo, 27 de octubre de 2019

Entrada 2: La Iglesia en la historia y en la actualidad (20%)

LA IGLESIA EN LA HISTORIA Y EN A ACTUALIDAD 

 Investiga y debate sobre las iniciativas eclesiales que en tu entorno  colaboran en la construcción de la civilización del amor.

Es necesario construir “La Civilización del Amor” que no puede tener mejores cimientos que dentro de la estructura familiar.

La civilización es siempre una expresión del hombre; y el amor, la demostración de un hombre pleno.

A la familia le corresponde construir una cultura impregnada de valores, que le permita al hombre desarrollarse integralmente.

Solamente cuando la familia vive en la verdad, vive también su dignidad de transmisora de amor, generosidad, respeto, obediencia, responsabilidad, sinceridad, entre muchos otros.
Obediencia a aceptar con prontitud los ejemplos del comportamiento humano. Responsabilidad de dar testimonio a los hijos y conducirlos con amor y firmeza, permitiendo que afronten las consecuencias de sus acciones. 

Dar cosas materiales es relativamente fácil. Lo difícil es dar la vida, es darse. Dar un pedazo de mi ser, una partícula de mi espíritu, la vibración de mis sentimientos, toda mi existencia: construir el corazón de los demás con los pedazos de mi corazón.

Jamás permitir que dentro de la familia, se rompa la comunicación; fomentar la confianza, para que cada hijo pueda decir lo que siente sin temor a ser juzgado. Uno de los primeros problemas que ha tenido el hombre es el de no saber comunicarse de manera adecuada y esto separa en lugar de unir. Por lo tanto, es necesario trabajar y esforzarse para que dentro de la familia haya una sana comunicación.

En cuanto a la fidelidad, es necesario que cada integrante de la familia sea fiel a la palabra dada y leal a sí mismo.

Es preciso que la familia sea valiente para ir muchas veces contra corriente. Y esto se podrá llevar a cabo en la medida en que esté unida y que tenga como principal socio a Jesucristo, el mejor maestro.

Es indispensable que la familia esté abierta a la vida, cortando de raíz esta mentalidad hedonista que se está filtrando cada día más dentro de las familias.  Reconocer a Dios como único Señor de la vida.

Vivir en plenitud, es vivir los valores morales y humanos dentro de la familia y luchar día a día para que no queden erradicados, sino aprendidos por cada uno de los seres que habitan el planeta Tierra.

Sólo así podrá ser posible vivir la delicia de construir una “Civilización del Amor” en los albores del Siglo XXI.

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